Núm. 2 (2020): Vitam. Revista de Investigación en Humanidades. Mayo-agosto, 2020

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ARTE(S) DE LA(S) RESISTENCIA(S)

Todo lo represivo, lo orientado únicamente a los hombres, lo codicioso, lo puritano, lo autoritario, esos son tus objetivos. Tus armas son el teatro, la sátira, las explosiones, la magia, las hierbas, la música, los disfraces, las cámaras, las máscaras, los cánticos, las pegatinas, las plantillas y la pintura, las películas, las panderetas, los ladrillos, las escobas, las armas, las muñecas vudú, los gatos, las velas, las campanillas, la tiza, los trozos de uñas, los cócteles molotov, los círculos venenosos, las mechas, las grabadoras, el incienso y tu propia y hermosa imaginación sin límites.

Porque la rebelión es como el pecado de la brujería.
Grupos de Brujas de Nueva York, W.I.T.C.H

Nuestra rebeldía es nuestro «NO» al sistema.
Nuestra resistencia es nuestro «SÍ» a otra cosa es posible.

El Método, la bibliografía y un Drone en las profundidades
de las montañas del Sureste Mexicano. SupGaleano.

Convertirse en cualquiera, convertirse en imperceptibles, conspirar; eso significa diferenciar entre nuestra presencia y aquello que somos para la representación (…). (…) desde le punto de vista de la homogeneidad, el Partido imaginario será simplemente «lo heterogéneo», lo puramente irrepresentable

Esto no es un programa, Tiqqun

En el prefacio que escribe para su libro Los dominados y el arte de la resistencia el antropólogo James C. Scott cuenta cómo, mientras investigaba la relación entre discursos (que muy probablemente estaban llenos de balbuceos, y silencios, y miradas esquivas…) y poder en un pueblo malayo, no pudo evitar recordar la cantidad de veces que él mismo había medido sus comentarios o moderado sus palabras por la presencia de personas de cuyo poder dependía: la aparición del “poderoso” parece poner una mordaza en la boca que, aunque no elimina la capacidad de decir, sí la cohíbe y la distorsiona; la cotidianidad está llena de situaciones atravesadas por poderes y relaciones jerárquicas en las que una “palabra inapropiada” puede ser el preludio del desastre.

El impotente refrena su decir ante el poderoso porque teme que las palabras que va a pronunciar sean el detonante de una reacción furibunda por parte de ese interlocutor que, alardee o no de esta posibilidad, puede hacer la vida del subordinado extraordinariamente difícil: cualquier expresión, más si adopta la forma de la crítica de algún evento o procedimiento, puede ser tomada como la negación de “la natural superioridad” de la que goza el probablemente aburrido y displicente superior: la mera posibilidad del ejercicio del poder hace que la lengua se detenga; ¿el silencio es la única posibilidad del que siente el peso del poder?

La temerosa certeza que reprime la lengua del sometido, ciertamente, parece forzar un silencio que sólo puede ser roto por la afirmación, por el asentimiento que respalda la orden recibida a la que parece reducirse la comunicación entre el poderoso y el impotente pero, curiosamente, también puede ser acicate para modular las palabras de otra manera: “Cada grupo subordinado produce, a partir de su sufrimiento, un discurso oculto que representa una crítica del poder a espaldas del dominador” (Scott, 2004, p. 21); los sometidos conspiran y resisten ocultos por las sombras que les protegen de las represalias de los poderosos. No resulta difícil imaginar a un pequeño grupo de trabajadores que, alejados de ojos y oídos indiscretos, tratan de moderar las carcajadas que les genera la burlona imitación del jefe que hace alguno de los compañeros, o recordar con una gran sonrisa el chiste que circulaba sobre las andanzas de un político local, o silbar camino al trabajo la canción en la que se criticaba tal o cual acción del gobierno, o recapitular los eufemismos con los que hay que dirigirse a un funcionario del ayuntamiento por creeque no es posible expresar nuestro descontento de una manera más directa: los sometidos resisten de muchas maneras, en muchos lugares, y esto distorsiona la claridad con la que el poder se presenta y se define.

La diversidad posible de las formas de resistir pone en crisis, también, la noción de “un (único) arte” para ello. Si ‘la resistencia’ se actualiza en toda forma de resistir, ya sea de manera directa o esquiva, a la acción de un poder, habría uno o varios artes por cada resistencia, unos más logrados que otros, unos más radicales que otros, unos más efectivos que otros lo cual, también, hace aparecer algunos de los distintos sentidos del término que agrupa los siguientes textos: arte; arte como técnica, arte como habilidad, arte como maña, arte como astucia, arte como obra, arte como conjunto de reglas (o transgresión de ellas), arte como artes visuales o sonoras o escénicas… Muchos y muchas artes y resistencias.

Lo(s) arte(s) de la(s) resistencia(s) distorsiona(n) la aparente simplicidad que se le presupone a una relación jerárquica en las que las funciones y las posibilidades de las partes involucradas parecen determinadas por las posiciones que cada quien ocupa en la dialéctica de la dominación: las prácticas de la resistencia relativizan la capacidad de mando del de arriba y la necesidad de la obediencia del de abajo y abren un espacio impreciso y problemático, alejado del brillo de la definición pero fecundo para el pensamiento por la multiplicidad de modos de hacer movilizados y los múltiples problemas derivados de los mismos: este texto asume el reto de pensar parte de esa diversidad.

Las siguientes páginas están llenas de cuentos en los que las gallinas construyen la idea de la subversión, de usos y de apropiaciones diferentes de los espacios (físicos y virtuales) y de las tecnologías que perturban el uso correcto que el orden consagra, de silencios que (no) responden a las preguntas de la ley, de oposición ideológica a la definición que dice eres, de luchas que se confunden con fiestas o de celebraciones que recuerdan a disputas… gracias a los cuales se muestran una serie de puntos en los que se dice no, un conjunto de modos para oponerse y, con ellos, se construyen las reflexiones que articulan esta constelación con la que se piensan distintos modos de resistir y, por lo tanto, distintos modos de dominar.

Scott, J.C. (2004). Los dominados y el arte de la resistencia. México: Era

Harriet García de Vicuña Gortazar
Sergio Lomelí Gamboa

Publicado: 2020-08-31

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